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Cursillo 145

Cursillo de Crisitandad Número 145 de la Diócesis de Gegafe

Cursillo 145 de la Diócesis de Getafe

20 de Junio 2025

Del 12 al 15 de junio de 2025, en la Casa de las Oblatas del Santísimo Redentor de Ciempozuelos, celebramos el cursillo número 145 de la Diócesis de Getafe.

Nos juntamos más de 30 personas para vivir esta experiencia en la que el Señor nos ayuda a descubrir el gran Amor que nos tiene a cada uno de nosotros, y y cómo se puede vivirlo comunitariamente, como Iglesia.

Nos dimos cuenta que estamos hecho para lo más grande, la Gracia, y que con Dios la felicidad es posible a través de una vida más plena y entregada.

Fueron 3 días en el que Espíritu Santo fue poniendo bálsamo en las heridas, dando esperanza, alegría y paz, donde pudimos ver que con Jesucristo se puede.

Y tras tantos regalos recibidos, llegamos a una clausura donde una gran parte de la comunidad de Cursillos de Getafe, que había estado rezando pidiendo la Gracia para nosotros, vino a recibirnos.

Los nuevos cursillistas fueron tan generosos de abrir su corazón ante todos para mostrarnos todo lo que Dios había hecho en su corazón este fin de semana.

Y por si todo esto fuera poco, la clausura fue presidida por don Ginés, nuestro obispo, que, tras hablarnos de la Santísima Trinidad, solemnidad de ese día, confesó que se sentía conmovido por esos testimonios y nos dijo que desde el mismo jueves por la tarde, cuando entramos al Cursillo, había estado rezando por nosotros.

Pero como diría Super Ratón «no se vayan todavía, que aún hay más», pues don Ginés nos traía una sorpresa: el nombramiento de doña Stella Maris Gil, nueva Presidenta del MCC en nuestra Diócesis, y la renovación de don Yago Fernández de Alarcón, que sigue como nuestro Consiliario.

Pero antes, dedicó unas cariñosas y sentidas palabras a doña Lourdes Barato, a la que agradeció su entrega y buen hacer al frente del Movimiento los últimos 6 años, y que deja la Presidencia del Movimiento en muy buenas condiciones, y que ha afrontado retos como la pandemia. Sin duda un homenaje muy merecido el que don Ginés tributó a Lourdes, cuya entrega ha sido tremendamente generosa.

Al finalizar la Clausura, y como ya es tradición, los nuevos jóvenes Cursillistas fueron a cenar con Samuel, responsable del Area de Jóvenes del MCC-Getafe, y varios integrantes de dicho grupo, acompañados de don Yago, nuestro consiliario.

A continuación, os dejamos con la galería de fotos de la Clausura y con algunos testimonios que varios cursillistas nos ha escrito, por los que les estamos tremendamente agradecidos.

Hace unos años sufrí una situación terrible, horrorosa.

Tras ello, he esado apartada de la Iglesia, enfadada con el Señor.

Fueron muchos años en esta situación, de un gran sufrimiento, hasta el punto de que me refugié en el alcohol.

Sí, soy alcohólica. Aunque, gracias a Dios, llevo ya 3 meses sin consumir tras pasar por un centro de desintoxiación.

Ahí empezó mi reencuentro con el Señor: conocí a gente maravillosa que realmente me comprendía.

El paso por el Cursillo ha sido un puente para poder empezar a vivir con paz en el corazón, para empezar a pensar que realmente puedo salir de esta situación e incluso que, en un futuro, podré llegar a perdonar a quien me infligió tal dolor.

Porque sólo quiero vivir en paz.

¡Me llevo tanto del cursillo!

Que Dios os bendiga

Noelia, de Leganés.

En estos tiempos en los que todo gira y nada se detiene, en los que nos dejamos arrastrar sin darnos pausa, es más necesario que nunca dedicarnos un rato para revisar cómo nos están afectando los acontecimientos de nuestra vida.

Solo así podremos encontrarnos con Aquel que ha hecho morada en nuestro interior, que nos acompaña en cada momento de nuestra vida, que muchas veces gira sin sentido

Con el cursillo he logrado detener la vorágine de mi vida y, bucear en mi interior, y pararme con Él, para volver a encontrarme con Jesús.

Únicamente así, he podido decirle que quiero hacer este camino con Él, que con mi amor le ayudaré a cargar con su cruz y, con su amor incondicional, podré cargar con la mía.

Jesús, CONTIGO SIEMPRE, SIEMPRE CONTIGO.

Dori, de Getafe.

Verás, mi conversión fue en marzo, pero no fui a la iglesia por voluntad propia.

Literalmente me obligaron. “Creo en Dios, pero no en la Iglesia” – qué poco original.

Llegué al cursillo siendo una adolescente en la Fe. Sí, digo adolescente. Si con mis padres no fui una adolescente fácil, imagínate con el Señor.

En mi corazón solamente había réplicas y para aquellos que me acompañan en el camino – santa paciencia la suya – no tenía más que “peros” y “por qués”.

Para mí la Iglesia era una jaula, me sentía encerrada en “normas” y “tareas”, las misas y las oraciones eran una obligación, no me quedaba más remedio, no tenía otra salida y, encima, tenía gente pendiente de que lo cumpliese todo.

¿Tú te crees? Lloré más por lo que creía que me estaban quitando que por lo que en realidad se me estaba dando. Y, fíjate, con todo lo que me he resistido y los obstáculos que yo misma he puesto, ellos me han mantenido viva. Ellos me han mantenido viva hasta que
Él ha venido a salvarme.

En este cursillo, los rollistas me han ayudado a entender racionalmente muchas cosas. Pero es que… es que Jesús me ha ayudado a COMPRENDER emocional y espiritualmente.

Ante el sagrario, de repente sentí a Jesús: su abrazo por fuera y su fuego por dentro.

De repente veo, oigo, siento, comprendo… De repente, todo… De repente… Él.

De repente, la tormenta es silencio y la duda es certeza; de repente, el miedo es confianza y la ira es amor.

De repente, ya no me quiero ir de aquí.

Y, de repente, tú, Iglesia. No sabes cómo te necesitaba. Iglesia, eres Camino, Luz y Amor; eres con Él y en Él.

Y ahora, grito en voz alta que Iglesia también soy yo.

“Cuento contigo”

De colores.

Claudia, de Getafe.

Es increíble sentir como Jesús te llama por tu nombre. Cómo entra en una habitación oscura, llena de sombras donde Él es la única luz que brilla, te mira y te dice: “Sígueme, Antonio”.

Hace unos meses podría haber caído en la vanidad de pensar que Jesús me había llamado solo a mí, como si yo fuera especial o distinto a los demás. Pero la verdadera belleza, que sin este cursillo quizás hubiese tardado años en descubrir, reside en que su mirada no se detiene en uno solo, sino que se extiende a todos y cada uno de nosotros. Porque Dios no llama a unos pocos perfectos, sino a todos los que están dispuestos a dejarse amar y a dejarse transformar por la Cruz.

Sin el cursillo, para mi la Iglesia hubiese seguido siendo un lugar al que se va a rezar. Algo individual, casi privado. Pero este fin de semana he descubierto que la Iglesia es mucho más que eso, es una red de personas que caminan juntas, que te sostienen cuando flaqueas, que te recuerdan con su testimonio que Jesús está vivo. Gracias a los abrazos, las lágrimas compartidas y los silencios he comprendido que la Iglesia no es algo que se visita, sino algo que se es. Es familia. Es cuerpo. Es casa.

También he entendido que esta llamada no es para quedarmela. No es un tesoro para guardar en secreto, sino una misión. Porque Jesús no entra en nuestra oscuridad solo para consolarnos, sino para enviarnos a un mundo, a veces duro, a veces indiferente, donde hace falta luz, esperanza y verdad. Y ahí, en medio de todo eso, nos llama a ser sal y darle ese sabor a la vida que tanto necesita. Por suerte o por desgracia, para eso no basta con hacerle sitio a Jesús en mi Google Calendar.

He podido ver con claridad que no se trata de encajar al Señor en mi vida, sino encajar mi vida en la suya. Dejar que Él sea el centro.

Me voy del cursillo con el corazón levantado, con paz interior y con una certeza: Jesús me ha llamado, no porque lo merezca, sino porque me ama. Y también ha llamado a muchos otros. Y en esa llamada común y compartida, nace algo precioso: el nosotros de la Fe. La Iglesia viva. De colores.

Antonio, de Getafe (pero pepinero).

Mi experiencia ha sido una explosión de amor y de gracia.

Estar del otro lado me ha permitido ver cosas más en profundidad.

Mientras preparaba mi rollo con mucha ilusión, sentía que cada cosa iba dirigida a mí.

He disfrutado muchísimo la preparación del cursillo y he aprendido muchísimo.

Durante el cursillo he sentido profundamente la misericordia de Dios, y lo que me llena de gozo.

Me siento muy contenta de haber podido presenciar la transformación de muchos de estos nuevos hermanos, ¡y eso me llena de más amor!

Gracias Dios mío Santísimo por permitirme ser instrumento de tu misión, gracias por escogerme.

Y gracias al equipo que me acompaño: son unos cracks.

¡De colores!

Zurich, miembro del equipo de este Cursillo y de la Ultreya de Getafe

El cursillo ha sido una experiencia maravillosa para descubrir la acción de Dios en la propia vida y en la de los hermanos. A él llegamos gente muy distinta en lo humano y, sin embargo, el cariño sobrenatural que se crea al compartir estos días de tanta gracia son muy fuertes.

Además, que D. Ginés quisiera venir a la clausura, dedicarnos unas palabras y recibirnos fue uno de los mejores regalos para cerrar estos tres días maravillosos. Solo espero que ahora podamos contribuir mejor a la evangelización allá donde estemos: en nuestras parroquias, familias y amistades…

Diego, de Getafe

Mi experiencia en el cursillo fue una renovación de mi fé.

Hace algún tiempo en un retiro carismático, tuve la gracia de encontrarme con Jesús; luego en el Movimiento de Lazos de Amor Mariano me consagre a la Virgen según él método de San José María Griñón de Monfort.

Pero en el transcurrir de la vida, por las tribulaciones, desiluciones, y también mi soberbia, la fé se me fue enfriando y ya no quería servir a Dios como Él deseaba, llevándole almas

Sólo me límite a hacer un servicio provida en 40 Días por la Vida, y seguir las prácticas religiosas, pero sin ese fuego del principio.

En este cursillo, Jesús vino de nuevo a mi encuentro. Claro Él siempre está, sólo que a veces estamos tan ciegos que no lo vemos.

Y en esta hermosa experiencia pude sentir a ese Jesús que me ama, que me espera, que me necesita, que sigue confiando en mí, y que como me conoce mejor que yo misma, que sabe cuánto puedo dar, que es más de lo que pienso.

Este este cursillo Jesús me confirmó que vale la pena seguir amando, dándome a los demás, que es ahí donde está la verdadera felicidad.

Además de esa hermandad que se crea con los demás hermanos, el equipo y sacerdotes del cursillo por gracia del Espíritu Santo, es muy hermosa está unión

Sentí esa fuerza de la Iglesia, el poder de la oración de intercesión… la verdad cada detalle del cursillo, la Misa, los rollos, la comida, los chistes, las canciones, los juegos, todo, para mí fue una muestra del Amor de Dios.

Carolina, de Móstoles.