E. espirituales
Agosto 2020:
Testimonio

Ejercicios Espirituales Agosto 2020: Testimonio
30 de agosto, 2020
Del 17 al 25 de agosto un grupo de cursillistas han vivido unos Ejercicios Espirituales en la Casa de Ejercicios del Buen Pastor de Toledo. Los Ejercicios han sido impartidos por el Padre Miguel Ángel y el Padre Yago.
Pincha aquí para leer la noticia de los ejercicios y varios testimonios cortos de algunos de los hermanos que asistieron.
A continuación reproducimos el testimonio, algo más largo, de una hermana de cursillos, que prefiere no dar su nombre, sobre su experiencia en estos ejercicios.

ME AMÓ Y SE ENTREGÓ POR MÍ
(me ama y se entrega por mí, cada día)
Los días del 17 al 25 de agosto de este año, tuvimos la gracia de vivir unos Ejercicios Espirituales en la Casa de Espiritualidad del Buen Pastor, en Toledo.
Lo cierto es que el patas estuvo enredando un montón para que no los hiciéramos, puso mil trabas: al sacerdote que nos los iba a dar le surgieron problemas personales que le impedían ir, las nuevas normas por Covid hacían que algunos de los asistentes tuvieran miedo de asistir… en fin, que todo parecía indicar que los E.E. iban a ser suspendidos.
Menos mal que Dios está por encima de todo esto, que conoce nuestras limitaciones y nuestras miserias. Finalmente, algunos hermanos no pudieron asistir, por lo que fuimos un pequeño grupo (el resto de Israel).
Yo llegué a los E.E. con muchas ganas de estar con el Señor, de que Él ordenase mi vida después de tantos meses de confinamiento, en los que había perdido la rutina: mis horarios de sueño, comidas, etc. estaban completamente desordenados.
Siempre se dice que a los E.E. no hay que ir con pretensiones, y yo estaba dispuesta a ello. Sólo quería estar con Jesús, disfrutar de su presencia viva.
Desde hace un tiempo ronda por mi cabeza la duda vocacional, ¿a qué me llama Dios? Y cuál fue mi sorpresa cuando en la primera meditación introductoria, se nos dice que los ejercicios son una herramienta para discernir vocación, o confirmar la vocación que uno ya tiene. Qué alegría me dio escuchar esto. Yo llegaba inquieta, dubitativa, perdida en muchos sentidos… y el Señor estaba ahí, esperándome, para que descasara en Él.
Las anteriores veces que yo había podido vivir unos ejercicios habían sido cortos, de 3-4 días; y se me hacían bastante intensos.
En estos ejercicios de 8 días pude descubrir la paz que da Cristo: todo era relajado, sin prisas, con mucho tiempo para las meditaciones y para estar ante el Sagrario, o ante Jesús expuesto en la Custodia. Es cierto que me costó un poco “entrar” en los ejercicios, porque llevaba muchos ruidos en el corazón. Pero gracias al silencio que se vive en los E.E. pude hallar la paz en el Corazón de Jesús. Descubrí que lo importante de los ejercicios no es lo que yo pueda hacer, sino lo que Dios quiere decirme.
Por mi historia personal, siempre me ha costado creerme en mi corazón el amor gratuito de Dios por mí: lo sé en mi cabeza, pero me cuesta sentirlo en mi interior.


Pues en estos E.E. Dios ha estado tan grande conmigo que ha querido regalarme algunas frases que os comparto a continuación:
- “Dios no se ha equivocado conmigo: he sido creada para agradar a Cristo”.
- “Soy criatura amada y escogida por Dios”.
- “Si Dios dejara de pensarme, mi vida no existiría. Él siempre piensa en mí”.
- “Cuando Dios me creó, me creó por amor, y no se arrepiente de haberme creado”.
A medida que iban avanzando los días, me sentía cada vez mejor. Jesús no paraba de tener detalles preciosos de amor conmigo:
- “Se pueden hacer muchas cosas por los demás, pero lo principal es amarlos”.
- “El plan divino es que yo sea feliz”.
- “Qué bueno ha sido (y es) el Señor conmigo”.
- “Soy la perla preciosa que Él ha comprado con Su sangre”.
- “¡Él me quiere como nadie!”.
- “El silencio de Dios, cuando calla, es una invitación a la conversión. Y no es un silencio vacío, sino que viene a preparar un don enorme.”
Durante la oración personal, me brotaban del corazón palabras hacia Jesús: “Señor, que yo no me separe jamás de ti”; “que todo lo que haga sea para agradarTe”.
A lo largo de los E.E., recorriendo la vida de Jesús, pude ir recorriendo también mi vida. Es cierto que hay capítulos de mi historia que arrancaría de cuajo, pero cuando andaba en estos pensamientos, escuché esta palabra: “De todo lo malo que el Señor ha permitido en mi vida, quiere sacar algo muy bueno”. Y eso me dio paz y fuerzas y esperanza: para aceptar mi historia y para afrontar lo que esté por venir con esperanza y con la alegría de saber que Cristo siempre camina conmigo. En estos ejercicios he aprendido a dejar mi vida pasada en Su misericordia, mi vida presente en Su corazón, y mi vida futura en Su providencia.
Al finalizar los ejercicios, y después de tantas cosas bellas y buenas vividas, ya no quería volver a casa: me encontraba tan a gusto allí, con Jesús. (“Me sedujiste Señor, y me dejé seducir”).
No puedo despedirme si acordarme de Nuestra Madre. De ella, lo que más me ha llegado en estos días es que María confía siempre, y que yo necesito abandonarme totalmente a la voluntad de Dios, a ejemplo de María, porque es entonces cuando el alma vive en paz.
También María, como Maestra, me ha enseñado a confiar más, y a no olvidar que “para Dios nada hay imposible”; y que Dios no quiere las cosas perfectas en mi vida, sino que desde mi imperfección quiere hacerse presente en mi vida. “El Señor siempre nos conduce a lo mejor”.
Y ahora, ya de vuelta en el mundo, de regreso a mi vida ordinaria, no dejan de venir a mi mente esos maravillosos días que pasé junto al Amor en Toledo.
De unos E.E. nunca se sale igual que se entra. Ahora intento tener más presente aún a Jesús en mi día a día, en lo cotidiano. Y me he dado cuenta de que tengo que aprender a renunciar a cosas buenas por amor a Dios, para amarle más. Sé que cuando Dios me pide algo tengo que ser valiente para dárselo, pero Él dejó a las 99 por mí. “Cristo en Getsemaní, pensó en mí, se entregó por mí, me amó a mí”.
Cada día, mantengo mi corazón en la escucha de Dios; le pido saber reconocer Su mirada sobre mí. Discernir una vocación no es tarea sencilla: hay miedos, inseguridades… pero otra de las frases que me llevo de los E.E. es: “alimenta tu fe y tus miedos morirán de hambre”.
Descubro en cada momento que lo que Dios me quiere regalar no son cosas, sino a sí mismo.
Señor, pon en mi corazón lo que quieres y esperas de mí.
